Hasta siempre, Maestro.

Se ha marchado. Y lo ha hecho mansamente. De puntillas. En paz. Se ha marchado caminando con los pies descalzos, con paso breve y sin hollar la Tierra, como caminan los Maestros cuando emprenden el camino a Casa. Se ha marchado y su silla, hoy más que nunca, se ha quedado vacía. Se ha marchado…